En un intento de encarar a las necesidades futuras de carne sin consumir muchos recursos y sin peligro de despertar recelos éticos, en varios centros de cada una de piezas de todo el mundo se labora sobre procedimientos de ingeniería de tejidos que permitan crear carne sin tener que extraerla de animal alguno. No obstante, la mayor parte de los productos cárnicos biosintéticos son amorfos o granulares, como la carne picada, y carecen de la textura de la carne animal real, lo cual ha reducido mucho las modalidades de que tales productos reemplacen cualquier día a la carne perteneciente de la ganadería.
La nueva táctica para generar carne artificialmente es un primer paso en el camino hacia la obtención de cantidades mayores de carne cultivada que logren imitar lo bastante bien a la carne extraída de animales y de aquel modo sean capaces de complementarla o sustituirla.
No obstante, tal y como previene Takeuchi, queda mucho camino por recorrer previo a que la carne cultivada en laboratorio sea indistinguible de la extraída de animales sacrificados y se superen los obstáculos relativos a la asentimiento de la carne sintética por el consumidor.