A partir de la década de 1980, una vez que se halló polvo de asteroide en la capa geológica que corresponde a la era de la extinción de los dinosaurios, su aniquilación por el efecto de un asteroide fue la conjetura primordial, en lugar de la de que unicamente se debió a una secuencia de erupciones volcánicas o las que la atribuían a alguna otra desgracia universal no provocada por un efecto cósmico.
En la década de 1990, la conexión entre la caída de un asteroide y la extinción masiva se reforzó con el hallazgo de un cráter de efecto, el de Chicxulub, de unos 200 kilómetros de diámetro, ubicado bajo el Golfo de México, que tiene la misma edad que la capa de piedra.
Ahora, parece que unos estudiosos consiguieron vincular de manera definitiva la extinción de los dinosaurios con un asteroide que colisionó contra la Tierra hace 66 millones de años, al descubrir una prueba decisiva: polvo de asteroide dentro del cráter de efecto.
Este hallazgo apoya la iniciativa de una nube espesa de polvo generada desde el asteroide vaporizado junto con las piedras de tierra golpeadas por el efecto envolviendo todo el mundo, bloqueando el paso de la luz y el calor solares y ocasionando el deceso por medio de un oscuro y prolongado invierno universal, todo ello antecedente de posarse al final en el área de la Tierra y formar la capa enriquecida en material de asteroide que es identificable en la actualidad en el estrato geológico del subsuelo correspondiente a aquella etapa.
En el cráter, la capa de sedimentos depositada entre los días y los años posteriores al efecto es tan gruesa que los científicos pudieron datar con exactitud el polvo en apenas 2 décadas a partir del efecto.
